Ethos

Ethos significaba, inicialmente, “lugar donde habitan las persones y los animales”, posteriormente, Aristóteles le otorgó un segundo sentido, entendiéndolo como el hábitat, carácter o manera de ser.

De la misma raíz griega es la palabra Ethik que significa “teoría de la vida”, y de la cual deriva la palabra ética.

La ética, entendida como la disciplina que estudia la naturaleza de lo que se considera bueno, adecuado o moralmente correcto, no se puede concebir sin considerar el marco (ethos) en el que se da.

A menudo se habla de la ética empresarial y profesional dándole una entidad propia pero, ¿es posible entenderla sin considerar el contexto? ¿Podemos reclamar conductas éticas en contextos (ethos) sucios? Cuántas veces hemos visto a personas que se incorporan a un equipo con toda la ilusión y esfuerzo y que son frenadas por compañeros que les exigen que reduzcan su rendimiento, o empresas que impulsan niveles de eficiencia asfixiantes mientras malgastan en gastos suntuarios innecesarios, o políticos honestos que se ven obligados a seguir una disciplina del partido a menudo muy opaca.

No podemos pedir conductas éticamente correctas en contextos organizativos que no son coherentes con las demandas individuales.

Tal como afirma el Dr. Ángel Gabilondo (catedrático de Filosofía de la UAM), “si alguien se comporta con ciertos valores en un espacio no ético se convierte en un héroe o en un ridículo”.

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